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Un
escritor siempre se desdobla una y otra vez. Y vive bajo presión.
Sólo de ese modo agotador puede meterse
bajo la piel de cada uno de sus personajes, escribir desde adentro
y producir libros convincentes.
Lo que quiero decir es que mis libros no los
escribo yo. Los escriben los personajes que los habitan. Supongo
que es bueno facilitar el diálogo entre los lectores
y esos tipos casi siempre desesperados y desolados que hacen
equilibrios al borde del abismo y con los que juego a los desaparecidos
como hacía Houdini: a veces ellos me habitan. Otras veces
yo los penetro y me acomodo como un alien entre sus costillas.
A Balzac le preguntaron: “¿Qué
es un personaje de novela?”. Y respondió: “Puede
ser cualquier persona de la calle, pero es alguien que va hasta
el límite de sí mismo. Ninguno
de nosotros va nunca hasta el límite. Tenemos miedo de
la cárcel o de espantar a nuestros semejantes”.
George Simenon redondeó más
la idea: “La novela consiste en crear un grupo social
alrededor de un personaje central, y al autor sólo le
queda meterse en la piel del personaje”.
Así que esta es la filosofía
de este espacio: jugar como niños, sin objetivos ni aspiraciones
trascendentales. Sólo el juego entre los lectores y estos
personajes un poco trascuerdos que pueblan mis libros. |
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